El solitario velo de una anciana cruzando solisíma la calle, toda de negro.
De luto por el marido muerto. Fumando con fuerza una cigarrillo, los colectivos le frenan.
Pero ella no es decrépita y se sostiene lo más bien.
No le quiere robar en el barrio ya. Va pisando las diez, volviendo.
Nadie la mira. No importa alguna palabra más.
miércoles, 27 de junio de 2007
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