miércoles, 27 de junio de 2007

crece

Crece como una enorme espiral el sonido de mi estómago, no veo a nadie en esta ruta.
Esa chica desangrándose en el borde del camino. No puedo parar pero debo hacerlo.
Su tez es pálida, con una profunda herida en la mano izquierda.
Casi no veo y guío el automóvil frenéticamente, llegamos por fin al hospital,
decenas de ambulancias, gente que corre, grita, ambientes.
Salas blancas.
Espero.
Tres horas después sale con su mirada consternada y feliz.
La llevo a su casa donde me muestra su colección de estampillas búlgaras,
vino blanco y una vela.

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