Era un español bajo la guirnalda del suelo azul donde habita.
Pasado de sueño de asociar vientos con lejanías
brillante, la estela antepuso el atardecer.
Los cielos, rígidos a los cambios.
Reflejan los ruidos, encienden los diamantes.
Robos de lirios y las series repetidas
en grises chozas.
A los costados los remolinos se abalanzan sobre
ciudades quietas.
Con suerte y desnudez por el ocaso
redentor que se ilumina justo.
martes, 26 de junio de 2007
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