Se rompió el bendito cenicero comprado (en Necochea) algunos veranos atrás, y con el los recuerdos.
La pérdida de un objeto valioso se perpetró en pocos segundos, recién, buscando la tapa de algo.
Fueron vanos los intentos de salvarlo cuando vi que estaba rondando el piso y puse el pie pero
no hubo manera de evitar que estallara en cuarenta pedazos y entonces lo tiré a la basura para no verlo así. Y ahora quiero uno igual.
martes, 26 de junio de 2007
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