martes, 26 de junio de 2007

quiero esa parte

Quiero esa parte de la deuda, que desangra las calles, que cruza los ríos impunemente. Un estado de eucaliptos, ropas tan abrigadas que nada pase.
Ni el que está en la esquina cuidando tus espaldas interiores.
Y los gritos en los bares templados, delineador y maquillaje en las ropas caras, cadencioso movimiento de la sangre azul. Me quiero divertir hoy. Fragilmente.
Gordos enterrados por la luz de la espada. Proceso largo e innecesario, pero verte sangrar, todo un privilegio.
O era la temporada del silencio, las coplas guardadas cuidadosamente, para otra ocasión.
Amantes girando en colectivos, plazoletas de domingo, ferias donde se venden las figuritas de 1980. Estampitas del 70, a la vieja te vendo.
Comercios inalterables con alguien calzado en la puerta.
Los espíritus libres azotan las calles de plomo y excrementos.
Andenes llenos de cartones, trazo endeble de un barrio que se cae.
Quiero conquistarte hoy con las más preciadas flores, encerrarte en mi muro de lamentos.
Cuando te veo, de frente a la avenida vacía, frágil por los vientos, desconocida.
Es el nombre del padre, de las distancias que ahuyentan a las carreras veloces.
El lujo tiende en espiral, motores fuertes, el que no tiene ojos, solo escamas.
Grito entonces el peligro de estas suertes, personajes recién salidos a la luz del sol. Debo ir.



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